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La post-política en Colombia

Alberto Pinzón Sánchez, Anncol, 20 de diciembre 2016
http://anncol.eu/opinion/item/5659-alberto-pinzon-sanchez

La llegada a la política colombiana de los miembros del grupo recientemente creado Voces de Paz y, su actuación en los debates del Congreso de la República ha inquietado a más de uno.

Sin ser elegidos en ninguna elección amañada típica de la politiquería colombiana dominante, o sin tener ninguna credencial de miembros de la casta  dominante de políticos y promeseros “profesionales”, solo, talvez, el de ser perseguidos con saña inaudita durante años por el Estado  como Imelda, o Pacho;  ser un contestatario leninista de vieja experiencia como Pablo konsomol; un profesor universitarios de economía política y marxismo como Jairo, o, dirigentes de la movilización social y popular como Judith Maldonado, o el dirigente juvenil estudiantil Jairo Rivera; han llegado al Congreso de la República en virtud del Acuerdo Definitivo de Paz sellado entre el Estado colombiano y la comandancia de las Farc-EP. Era natural que generaran no solo expectativas sino además intranquilidad. Lo nuevo siempre inquieta y más en la coagulada Colombia

Pero lo más notorio no es la esperada reacción adversa de los contrainsurgentes y anticomunistas archiconocidos agrupados en la coalición fascista formada por Uribe Vélez (incluidos a los amnistiados del M-19) opuestos visceralmente a cualquier iniciativa que signifique Proceso de Paz; sino las envidias, rivalidades y descalificaciones, generadas dentro de lo que en Colombia se ha dado en llamar la izquierda electoral, en especial dentro del Maoísmo Institucional.

¿Cómo es eso, se preguntan, que nosotros que llevamos años y años, intentando hacer alianzas electorales de “izquierda”, para llevar al Parlamento nacional nuestro programa político Maoísta (pero con nombre de Movimiento Obrero Revolucionario, es decir confundiendo sindicalismo con partido político) denunciando la lucha armada como mecanismo fallido contrario a las elecciones y que hemos defendido hasta las últimas consecuencias la institucionalidad del régimen; súbitamente, ellos, que erróneamente duraron 60 años levantados en armas contra el régimen, ponen más voceros que nosotros?

La respuesta es fácil  porque está contenida en la pregunta: ¡Sencillamente por eso!

Porque la versión colombiana del “Maoísmo Institucional” asimiló sin mucha dificultad la versión contrainsurgente y anticomunista de la burguesía nacional-revolucionaria colombiana, que ellos dicen defender, de que las Farc-EP eran unos “bandidos” o “bandoleros” ect, ect,  sin principios ideológicos, y no supieron ver por su sectarismo, lo que 70 años de resistencia antimperialista y antioligárquica (de todo tipo) ha puesto finalmente en evidencia:

 Que las Farc-Ep eran un partido Leninista en armas. Lo repito: Un partido Leninista en armas y por eso, desde siempre, los anticomunistas han buscado o buscan aún, su exterminio real.

  ¿Por qué razón, si la llamada Guerra Fría acabó oficialmente en 1991 con la disolución de la URSS, se continuó en Colombia, durante más de 26 años, hasta hoy, la “guerra anticomunista y contrainsurgente de exterminio? 

 Porque las Farc-EP ha sido un partido que en una mano siempre ha tenido a Lenin y en la otra a Simón Bolívar. Un partido que estudió concienzudamente y de manera colectiva en el silencio de la selva la praxis de Lenin y demás continuadores suyos comunistas leninistas como Gramsci, Mariátegui, el tío Ho, el dúo Castro-Guevara, y sobre todo, la dialéctica leninista tan inspirada en la de su expositores más esclarecidos como Hegel y el general Clausewitz y tan alejada del Taoísmo vulgarizado del folleto rojo de Mao Tse Tung: Para inspirarse en ella, analizar minuciosamente con ese método la trágica historia de Colombia, sacar lecciones y ponerlas al servicio de la liberación social y popular.

Por eso, por ser un partido de nuevo tipo que se rige por la norma leninista del centralismo democrático, hace unos días pudo expulsar de la organización a Gentil Duarte y los otros 4 mandos, quienes se colocaron en contra de su línea política y militar y, no pudieron convertirse en “disidencias de las Farc”, como ha sucedido en otras organizaciones, y como lo estuvieron deseando y publicitando profusamente los Contrainsurgentes.

Es por esto que el Maoísmo Institucional solo valora en el Acuerdo Definitivo de Paz el aspecto del desarme de las Farc-EP, despreciando los otros aspectos y puntos pactados en el mismo que, de llegarse a implementar, anuncian una nueva forma de hacer política en Colombia, seguramente muy diferente al electoralismo oficial del cual han hecho parte esencial los Maoístas Institucionales.

Por ejemplo: Un Maoísta Institucional, no crítico, sino abiertamente enemigo de las Farc-EP, de los que vengo mentando como el payanés Fernando Dorado, quien no duda en expresar sus utópicas opiniones en todos los medios alternativos posibles, coincide con G. Duncan, conocido columnista de El Tiempo proclive al Uribismo, en que el Presidente JM Santos ya llegó al final de su mandato, “que no da más” y que, lo que hay que hacer es un “balance general final de su obra de gobierno y pensar en el próximo presidente” .(http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/9941-un-balance-del-gobierno-santos-entre-la-historia-y-el-futuro-cercano.html)

F. Dorado sintetiza el balance que impulsa Duncan así:

(…..) “Santos ya hizo la parte que le correspondía. No puede ni podía hacer más. Y no es un problema personal. Su naturaleza de clase, su entorno politiquero y corrupto, la fragilidad y tensión política del momento y, sobre todo, la debilidad y falta de claridad de la dirigencia democrática (y de izquierda), contribuyeron a que su desempeño fuera no sólo gris y profesional, sino que no tuviera ni un leve cariz de calor popular y menos de sentido social. Eso es lo que tenemos y somos” (…..) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220536&titular=el-reto-de-la-%93paz-neoliberal%94-

La confluencia es sintomática: Se busca, camuflándose como oposición, que el movimiento social y popular colombiano no visualice o ignore, la Influencia o poder político, social y burocrático, y la capacidad de maniobra que le queda al actual Presidente, no solo en el año que le resta de gobierno (hasta 2018) sino en el entramado de la lucha entre las dos facciones rivales de la Oligarquía Trasnacional colombiana que tendrá un importante desenlace en las elecciones presidenciales del 2018,  en donde Uribe Vélez con sus conocidos títeres espera ganar ampliamente.

Finalmente, la firma del Acuerdo Definitivo de Paz ha puesto también la batalla de ideas en su lugar apropiado pero nuevo del todo: No solo debemos librarla contra el fascismo derechista, sino también con el Maoísmo Institucional vestido de izquierdista.   

Lenin decía (otra vez Lenin) que “la política es la economía concentrada” ¿Creen uds que, la facción financiera gobernante que ha conducido JM Santos todos estos años de gobernanza, va a dejar de luchar hasta el último minuto por presentar un candidato “puente” que los unifique con la facción de los rentistas rurales y terratenientes agrupados alrededor de Uribe y que no sea adverso a la implantación del Acuerdo de Paz?

  ¿Acaso no le dijo Santos a Uribe, en presencia del papa Francisco (y según lo filtraron los medios) que “en” los gigantescos negocios del Post- Conflicto podrían llegar a importantes coincidencias y acuerdos?    

De no lograrse este candidato puente por la obstinación enfermiza de este último personaje, nadie debe dudar que JM Santos jugará un papel fundamental en sacar adelante un candidato que represente sus intereses trasnacionales e internacionales.

Y esto es lo que el movimiento social y popular debe tener siempre en mente a la hora de adelantar la implementación del Acuerdo Definitivo de Paz , y de desarrollar nueva política general y territorial y la nueva batalla de ideas que se ha puesto al orden día hacia la izquierda y hacia la derecha; con nuevas agrupaciones, alianzas, coaliciones, o frentes amplios que seguramente surgirán para superar las obsoletas, y para enfrentar el peligro del ascenso de alguna marioneta de la coalición criolla del fascismo colombiano siglo XXI.