Fidel Vive y es Cuba

Submitted bytortilla onDom, 26/11/2017 - 17:30

Marcela Pérez Silva, 24 de noviembre 2017

Ha pasado un año desde la noche en que recibimos la noticia. Esa que no hubiéramos querido recibir jamás. Noche de orfandad y desconsuelo. De ojos nublados y nudo en la garganta. Habíamos oído decir que se cumplían sesenta años del día en que Fidel y sus compañeros partieron en el Granma rumbo a la Cuba libre que iban a construir cuando ganaran la guerra. Oímos decir que el Comandante en Jefe había vuelto a zarpar: esta vez solo, rumbo a la eternidad. Nos pusimos tristes porque creímos que Fidel había muerto. Nos equivocamos.

Un par de días después llegó Daniel Ortega a la Plaza de la Revolución en La Habana, y ante la muchedumbre reunida, como distraído, preguntó:

 -¿Dónde está Fidel?

Imagino el tremendo susto que se habrá llevado cuando aquella multitud, vibrando como cuando Fidel discurseaba en esa misma plaza, rugió con voz de trueno:

 -¡Aquí!

Y Daniel, sorprendido, volvió a preguntarles:

 -¿Dónde está Fidel?

Y el pueblo de Cuba respondió a una sola voz:

 -¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel!

Y es que Fidel vive. Y es Cuba. Es ese pueblo digno, soberano, sano y culto que él forjó. Fidel es los millones de seres humanos que alrededor del mundo fuimos tocados por sus ideas. Por su ejemplo. Por su solidaridad.

Fidel es los jóvenes que ‘viven en un país libre’ los niños que ‘solamente pueden ser libres’ la conciencia de las mujeres ‘en esta tierra y en este instante’ el corazón de los obreros ‘que son felices porque son gigantes’. Fidel es los campesinos, los profesionales, los científicos que se formaron gracias a la primera Revolución Socialista de Nuestra América.

Fidel -como decía Tomás- vive en los hambrientos de Haití; en los pueblos originarios; y hasta en los niños especiales. Fidel vive en los alfabetizados de Nicaragua. En los batallones de batas blancas que llegan a asistir a los que sufren ‘en cualquier selva del mundo / en cualquier calle’. Vive entre los pobladores de los cerros alrededor de Caracas que jamás habían visto un médico hasta que llegó la Misión Barrio Adentro. En los ojos de los más de 400,000 latinoamericanos que recuperaron la vista gracias a la Operación Milagro. En los niños africanos que se salvaron del brote epidémico del ébola, en Liberia. En la mano tendida a los lisiados de guerra de Argelia, a las víctimas de los huracanes en Centroamérica, de los sismos en Pakistán. Fidel está en los campamentos de la República Saharaui, en Sierra Leona y en Indonesia, vestido de doctor, derrotando la enfermedad y la muerte.

La solidaridad de Fidel circuló por las venas de los peruanos damnificados en el terremoto de Huaraz, a quienes donó su propia sangre en 1970. Está en los dos hospitales totalmente equipados, que el Gobierno cubano envió luego del terremoto de Pisco en 2007: en las 2000 cirugías complejas y las 228,000 consultas que atendió la Brigada Médica Cubana. Está en el Contingente Henry Reeve especializado en situaciones de desastre y graves epidemias, que llegó este año a Piura para socorrer a las víctimas de las inundaciones del Niño costero.

Fidel sigue multiplicándose en los 28,500 becados de 124 países, egresados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM). Fidel sigue siendo ‘a la zurda, más que diestro’ en los estadounidenses de escasos recursos que concluyeron la carrera y regresaron a su país sin deber nada. En los desmovilizados de las FARC que que cambiarán los fusiles por los estetoscopios y volverán a su patria graduados de médicos orientados al trabajo comunitario.

Fidel vive en el espíritu solidario e internacionalista que le infundió a la Revolución Cubana. En la lucha de los pueblos oprimidos. En la redención de los pueblos liberados del colonialismo. Vive en Angola, en Vietnam, en Mozambique. En los hijos de Nelson Mandela que acabaron con el apartheid y construyen un mundo para todos, gracias al ‘aguerrido pueblo de Fidel’.

Fidel vive en Nicaragua. En el corazón de los sandinistas victoriosos. Vive en los programas sociales. En la Restitución de Derechos a los pueblos indígenas y afrodescendientes, que les asegura la propiedad comunitaria sobre su tierra, que les lleva la luz y el agua potable, la salud y la educación intercultural bilingüe. En las avanzadas leyes que protegen a las mujeres de la violencia y garantizan su participación justa en todos los espacios de decisión. Fidel es inspiración para el compromiso de nuestra vicepresidenta poeta, de nuestras 9 ministras (que representan 56% del gabinete de gobierno); de las 43 diputadas (el 48% de la Asamblea Nacional); el ejemplo de Fidel está en nuestra Corte Suprema de Justicia, presidida por una mujer, en el 40% de los magistrados y el 59% de los jueces que son mujeres. Fidel vive en nuestra Policía Nacional presidida por una mujer y en las mujeres que son el 35% de los agentes de policía (673 de las cuales ocupan cargos de dirección); en las 76 alcaldesas que presiden el 50% de la alcaldías a nivel nacional.

Finalmente, Fidel está en la victoria del pueblo de Nicaragua en las últimas elecciones. En ellas, a pesar de las campañas mediáticas, de las amenazas con sanciones económicas y de los malos augurios, el FSLN obtuvo el 68% de los votos: ganando 135 de las 153 alcaldías en los 15 departamentos y las 2 regiones autónomas del país.

Fidel seguirá con nosotros. Junto a nosotros. Librando a nuestro lado las batallas por la justicia, por la paz. Instándonos a la unión con nuestros pares, a la integración de nuestras patrias en una sola: libre y soberana. Inspirándonos con su pensamiento vivo a ser éticos: honestos, leales, dignos y transparentes.

A ser Fideles. Granos de maíz.

Lima, 24 de noviembre, 2017

* Palabras de la Embajadora de Nicaragua, Marcela Pérez Silva, en la inauguración del XVII ENCUENTRO NACIONAL DE SOLIDARIDAD CON CUBA.