Archivos de Epstein, la tumba política de Trump

Enviado por tortilla el Vie, 21/11/2025 - 14:10

Stalin Vladímir Centeno, Stalin Magazine, 21 de noviembre 2025


Jeffrey Epstein y Donald Trump

La bomba atómica estalló y esta vez lo hizo en el corazón político del imperio yanqui, ahora que los nuevos archivos del pedófilo y depredador sexual, el "suicidado" Jeffrey Epstein, salieron a la superficie y golpearon a Washington con una fuerza que ningún funcionario logró ver venir. El paquete de documentos incluye correos privados, transcripciones internas, fotografías inéditas, registros de vuelo y comunicaciones obtenidas por comisiones del Congreso que venían trabajando calladitos. El destape aceleró un acuerdo entre demócratas y republicanos que rompieron con el soberbio Presidente Donald Trump a pesar de ser su propio partido.

La Cámara de Representantes y el Senado aprobaron la ley que ordena publicar todo el cochino expediente, con solo un voto en contra, en una sesión descrita como la más rápida de los últimos años. El proceso ya no depende exclusivamente de la firma del inquilino de la Casa Blanca, porque este terminó firmando pues había quedado atrapado entre la obligación institucional y el riesgo de quedar salpicado de manera irreversible en la vida privada del carnívoro y delincuente sexual más conocido de las últimas décadas.

La rebelión republicana desarmó cualquier estrategia de control que Trump había intentado mantener desde que los primeros extractos del archivo circularon entre asesores legislativos. Varios congresistas derechistas admitieron que ya no podían seguir respaldando un bloqueo que los exponía ante su propio electorado. Ese movimiento interno obligó al Presidente a pedir públicamente que se votara a favor de la publicación total, un giro que sorprendió incluso a sus aliados más cercanos. Aunque el proyecto pasó sin obstáculos, el proceso no está cerrado porque aún existe la posibilidad de que el corrupto y politiquero Departamento de Justicia intente retener secciones sensibles una vez que la ley sea formalmente promulgada. Ese punto la opinión pública lo está observando con especial atención porque un movimiento así se interpretaría como una maniobra para proteger y salvarle el pellejo rojo a Donald Trump en uno de sus momentos más críticos por los que hoy atraviesa.

Jeffrey Epstein fue un depredador sexual que construyó una red de explotación de menores sostenida por dinero, contactos políticos y complicidad entre los viejos zorros de la política. Reclutó muchachas, las trasladó a sus mansiones, a su isla privada y a sus aviones, donde las obligaba a mantener relaciones con viejos empresarios, celebridades y funcionarios depravados y adictos a jovencitas bonitas.

Su caída llegó en 2019 cuando fue encarcelado en un penal federal, donde misteriosamente apareció muerto en una celda sin vigilancia requerida para un personaje como él.

La versión oficial dijo que se ahorcó, pero los fallos en las cámaras, la ausencia de supervisión y los antecedentes de amenazas lo convirtieron en uno de los episodios más falsos de la historia judicial estadounidense. Su archivo personal contiene correos donde admite prácticas de explotación, pedofilia y detalla operaciones realizadas junto a su exnovia, otra enferma sexual y traficante humana, Ghislaine Maxwell, hoy condenada a veinte años de prisión. Ese expediente es el centro de la tormenta que rodea al Presidente Trump, viejo amigo de Epstein aunque hoy por hoy lo niegue, pero no tres veces como Pedro negó a Jesús; en el caso de Trump lo niega mil veces, así lo demuestra lo que pasó hace unos días cuando en el Air Force One una periodista le preguntó a Trump sobre el Archivo Epstein y el peluquín enfadado se atrevió a callarla llamándola repetidamente “silencio cerdita, silencio cerdita”.

Las filtraciones revelan que Epstein mencionó varias veces a Trump y describió encuentros que ambos compartieron cuando todavía eran amigotes muy cercanos. En correos enviados a su exnovia Maxwell, aseguró que Trump pasó horas con Virginia Giuffre en la casa donde desfilaron varias víctimas. Giuffre nunca acusó a Trump de abusos, aunque su presencia en ese círculo la coloca dentro del radio de operaciones del pedófilo. También aparece la frase que repiten los viejos políticos en los pasillos del Capitolio: “Trump sabía sobre las chicas”,  algo así como en buen Nicaragüense, las chavalas. Es detalle mencionado desnuda directamente la versión del Presidente, quien asegura que expulsó a Epstein de Mar-a-Lago por comportamiento inapropiado.

Epstein también escribió desde 2011 hasta 2019 sobre su relación con Trump y en esos mensajes lo calificó como “malo más allá de lo imaginable”, “loco”, “peligroso” y “sin una sola célula decente”.También aseguró que era capaz de destruir a cualquiera con tal de salvarse y que se comportaba como un jefe mafioso durante su primer paso por la Casa Blanca. Estas descripciones aparecen en correos enviados a abogados, periodistas, contactos de negocios y figuras del mundo financiero.

Para los comités legislativos que analizaron el material, este patrón de comunicación establece un vínculo sólido entre ambos hombres que va más allá de fotografías antiguas o encuentros sociales.

La relación entre Trump y Epstein estuvo documentada por fotos, registros de vuelo y videos que circulan desde hace años. Viajaron juntos en varias ocasiones y aparecen conversando en fiestas privadas, eventos de viejos adinerados y reuniones en Mar-a-Lago, donde eran vistos hablando mientras desfilaban jóvenes reclutadas por el delincuente sexual. Hay videos que muestran a ambos riendo, conversando y compartiendo espacios íntimos. Una de las imágenes más difundidas los muestra junto a Ghislaine Maxwell. Este material ya era conocido, pero los nuevos correos añaden detalles que describen conversaciones, discusiones y encuentros que el Presidente siempre trató de presentar como contactos superficiales.

Los archivos también muestran la manera en que Epstein intentó desmontar las denuncias de las jóvenes. En correos enviados a su círculo más estrecho pidió investigar a las víctimas para desacreditarlas y ofreció dinero a intermediarios con el fin de influir en la cobertura periodística. Además, presionó a reporteros para desviar la atención hacia pistas falsas y utilizó a socios que actuaron como protectores de su red. Todo esto aparece en los nuevos documentos y explica por qué la presión pública es tan alta para que la divulgación sea completa. La historia muestra cómo funcionaba la estructura que protegió a Epstein durante años y qué figuras mantuvieron vínculos carnales con la red que él dirigía.

El imperio yanqui vive un momento que ya se compara con viejos escándalos que definieron generaciones políticas, como la caída de Nixon durante el Watergate y el terremoto que provocó el caso Lewinsky en la Presidencia de Bill Clinton, al que le practicó sexo oral en la propia Oficina Oval. El putrefacto expediente Epstein supera ambos episodios por la naturaleza del delito, la magnitud de la red de explotación y el alcance mundial de los nombres involucrados.

Como por ejemplo la presencia de empresarios, funcionarios y figuras de la realeza, tal es el caso del príncipe Andrés, otro degenerado y amigo íntimo del fallecido Epstein, cuyo hermano el rey Carlos III recientemente lo despojó de sus títulos reales lo que ahora lo convierte en un paria de la monarquía. Toda esta investigación es una de las más amplias que el Congreso ha enfrentado y que la prensa mundial con ayuda de la nueva era digital, está desmenuzando a su gusto.

Las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses exige la publicación completa del expediente podrido y que se haga sin modificaciones. Ese reclamo se volvió unánime y abarca incluso a sectores conservadores que quieren saber quiénes protegieron a un abusador sexual durante tanto tiempo. Cualquier intento de retrasar o retener documentos sería interpretado como un encubrimiento ordenado desde la Casa Blanca, que dicho sea de paso ya negó que el “pobre angelito Trump" supiera de las actividades de Epstein, pero ahora enfrenta un terremoto político donde la percepción pesa más que el discurso imperial. Ahora que ya el Presidente firmó la ley, la presión recaerá sobre el Departamento de Justicia, que deberá decidir si entrega todo o si hace un chanchullo jurídico para frenar la divulgación.

El futuro político de Donald Trump está directamente vinculado al desenlace de este expediente. Si se publica sin filtros, la relación documentada durante años entre él y el pedófilo Jeffrey Epstein podría convertirse en el golpe más fuerte que ha enfrentado, y cuidado, hasta le cuesta su torpe y bélica Presidencia. Si intenta frenar el destape, ahora desde el Departamento de Justicia, cargará con el costo de un encubrimiento que los republicanos ya no están dispuestos a embarrarse con él.

Mientras tanto, como ya lo vimos días antes, el Congreso movió sus piezas, el Senado cerró filas, Trump dio el sí con su firma y ahora el país observa un proceso que avanza con rapidez. Lo que ocurra en los próximos días definirá si el Presidente mantiene el control o si los archivos de Epstein se convierten en su tumba política.