Una Militancia de Corazón

Submitted bytortilla onMié, 18/08/2021 - 06:58

Dina Hernández, 18 de agosto 2021

Hace pocos días el Consejo Supremo Electoral amplio los plazos para inscripción de candidatas y candidatos para las elecciones de noviembre 2021 y el padrón electoral ya fue colocado en todos los centros de votación para su revisión por parte de los ciudadanos. El clima electoral ya se siente cerca y los partidos ya están alistados para su campaña.

El sandinismo está en el corazón de la gente, la militancia siente el compromiso con el proceso que vivimos y con el partido. No hay preocupación, lo que hay es alegría y motivación, teniendo en cuenta lo que vivimos en el 2018 y lo que vivieron nuestros abuelos y padres. Lo que se vivió en el pasado ya no volverá, no hay que sentir miedo porqué al Sandinismo la gente lo conoce bien, es su creación. El Sandinismo vive en la memoria y el corazón de la gente.


La Guardia Nacional de Somoza. Foto: la Prensa

“Mi niñez la pasé en Potosí, Rivas. Fue muy horrible porque ya eran los Somoza, nos golpeaban las puertas, nosotros nos levantábamos y nos escondíamos porque se llevaban a los viejos que encontraban y no volvían. En ese tiempo yo no sabía leer, ni sabía que eran las votaciones, todos iban a votar menos los chavalos y si no iban a votar se los llevaban en la noche. También llevaban bolis de guaro a todos los picaditos, ellos iban a votar porque les daban el guaro. Yo siendo una chavala lloraba para ese tiempo de las votaciones.

A mí me apresaron a los 14 años, me agarraron en el atrio de la iglesia después de la misa con mi bebé de meses, yo estaba platicando con un hombre y una mujer - que aún vive - por desquite llamó a la guardia. Me dijeron que me llevaban solo por estar en el atrio de la iglesia, que era prohibido, me llevaron y me metieron en un cuarto sin saber de mi hija, entraba un guardia que me tocaba y yo le preguntaba de la niña. Cuando el muchacho que estaba conmigo vio que me llevaban, él se corrió y se fue directamente donde su papa. El señor llegó y pidió verme, habló con uno de los grandes de la guardia, luchó y luchó hasta sacarme

A pasar el tiempo, teniendo la edad de 15 años, vine con mi mama y mi hija a San Marcos, al Piquín*, que antes se llamaba El Porvenir. Mi mama me llevo a Piquín y fue más horrible, allí en Piquín eran los Somozas los dueños de allí. Siempre mi mama venía a trabajar porque era la temporada de café. Somoza celebraba su cumpleaños destazando vacas, haciendo asados, ocupando solo lo mejor de la res, con la carne y todo lo que sobraba les ordenaba a sus trabajadores a echarlas en un hoyo y echarle diessel, luego nosotros los sacábamos y así lo comíamos, en vez de regalarnos lo botaban y lo peor echándoles diésel.

Para poder vivir allí teníamos que trabajar, yo ya teniendo otro hijo me iba con mi carretoncito a cortar café, allí llevaba a mis dos hijos, en unos aguaceros. Por lo general tenías que meterte con el mandador para conseguir trabajo o vivir allí. Decidí salir de esa hacienda cuando una culebra me iba a matar a mi segundo hijo y esa gente era malísima.

Salgo de allí a trabajar donde las chelas en la cocina… Se llegaron las votaciones, me dijeron que tenía que votar, yo no sabía que era eso y nunca lo había hecho. Le dije que no y me quitaron el trabajo por no ir a votar, es que eran de apellido Somoza. En mi vida he votado por esa gente. Me fui para el lado del Cinco de Julio, antes conocido como el Barrio de los Perros. Allí me agarró la guerra, una vez casi me matan cuando saliendo a meter ropa, empezó la balacera, me tiré al suelo y no me pasó nada. Yo miraba por una ventanita como venía la guardia del lado de La Concha, se escasearon todos los víveres y teníamos que ir a un lugar donde nos daban cosas, azúcar negra o jabón negro.


Cosecha de café. Foto: La Voz del Sandinismo

Después allí en la casa que estábamos entraron los guerrilleros, pero no como el tiempo de Somoza que era a la fuerza y aquella agresión… allí empiezo yo a comparar el tiempo de los sandinistas con el tiempo de Somoza, yo no sabía nada… pero allí me empecé a ser simpatizante de los sandinistas. Al pasar el tiempo se escuchó el grito que habían ganado los sandinistas …me sentí con una alegría, nunca había convivido con ellos…pero si viví en el tiempo de los Somoza, entonces la juventud ya andaba libremente con las banderas, ya fue naciendo todo el sandinismo.

Toda mi vida me la jugué solita. Para la alfabetización fui donde los caturros a estudiar, pero no me gustaba porque llegaban la gente a las ventanas a burlarse de uno, luego esta gente tuvo la amabilidad de ponerme un profesor que llegaba a enseñarme a la casa. Con la guerra y el bloqueo ibamos hasta Chinandega que venían los hondureños a intercambiar café con ropa, ibamos a traer los huevos don los bon, donde nos daban las cosas allí yo iba….ahí fue naciendo de corazón el sandinismo.

Para el servicio militar se llevaban a los muchachos porque tenía que ser así, no había de otra, yo no pasé por la puerta de una escuela pero tenía que ser así… el que tenía la voluntad iba, por ejemplo aquí cuando se llevaron a Armando, me dolió mucho pero sabía que tenía que ser así, pero yo le pedí a mi Señor, - que para eso tenemos a un Señor, para que le pidamos de corazón que nos ayude - y a Armando jamás me le pasó nada. Cuando la Contra ataco el barco donde yo había ido a ver a Armando en el servicio, yo tenía dos días de haber regresado, - no recuerdo el nombre del barco - lo quemaron con todos los muchachos adentro, yo lloré horriblemente - y dije como es mi Señor. Cuando ganaron los sandinistas todo era alegre, pero había miedo porque podían hacernos mal, ya que en la casa donde yo posaba todos eran liberales, yo era la única sandinista.

En ese tiempo salimos de ahí y empezamos a rodar … luego nos venimos para aquí. Obtuve mi terreno gracias a los sandinistas. Clase alegría cuando llegó Orlando, Jaime a decirme que eso era mío, yo no lo creía, ellos sabiendo todo lo que había pasado desde donde la Julia hasta la casa de la Yessenia, me senté a llorar sabiendo que iba a tener algo que era mío. Cuando pierden los sandinistas quisieron sacarnos, vinieron a pedir sus tierras, pero ya Daniel nos iba ayudar. Me vine de Rivas a una reunión que nos citaron pero ya habían negociado con Daniel, que todos los que estaban en el asentamiento iban a quedar allí que ellos solo querían parte de la hacienda…Yo nunca voy a decir que ellos no me ayudaron sabiendo que es por los sandinistas que tengo mi casa, mi terreno, donde ahora viven mis hijos, mis nietos, mis bisnietos…”

Mi abuela mientras contaba, se detenía de vez en cuando a despachar uno que otro producto de su mini pulpería del barrio, sus recuerdos la hacían enojarse y enunciar uno que otro verbo. A pocos meses de las elecciones ella nos seguirá contando historias que para sus nietos parecen realidades lejanas o cuentos de “Pancho Madrigal”. Es que hoy se vive otra realidad en esta Nuestra Nicaragua bendita y siempre libre. Y así entendí que el voto del sandinismo es algo de corazón…y como dijo mi abuela, no hay que tener miedo.

* Piquín - una hacienda cerca de San Marcos, Carazo