Stephen Sefton, Tortilla con Sal, 10 de marzo de 2022
La mayoría de los comentarios de los medios progresistas y radicales occidentales sobre acontecimientos en Ucrania no ha reconocido el derecho a la autodefensa de la Federación Rusa y sus aliados las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Este es un ejemplo más de como los movimientos progresistas y radicales norteamericanos y europeos colaboran con sus clases dominantes, al igual que lo hicieron generalmente con las medidas económicas y sociales represivas de sus gobiernos frente al Covid-19. Los mismos movimientos occidentales que afirman ser moralmente superiores a ambos bandos en la guerra de Ucrania, al hacerlo, ayudan e alientan al gobierno estadounidense, a sus aliados de la OTAN y a sus protegidos simpatizantes nazis en Ucrania.
El doble rasero no podría ser más claro. Como señala el distinguido especialista en crímenes de guerra internacionales Christopher Black: "Cuando se tomen en cuenta todos los factores que rigieron la decisión rusa de enviar sus fuerzas a Ucrania está claro que en derecho tenían el derecho legal de hacerlo, mientras que Estados Unidos continúa su invasión y ocupación ilegal de Irak y Siria hasta el día de hoy y las potencias mediáticas y los gobiernos de la OTAN no dicen nada, porque todos son cómplices de esas invasiones." Ahora, algunos documentos militares ucranianos recuperados por las autoridades rusas han demostrado de manera concluyente que su intervención impidió un asalto a gran escala de las fuerzas armadas ucranianas contra Donetsk y Lugansk, previsto para principios de marzo de este año.
Así que el presidente Vladimir Putin tenía razón al argumentar que su gobierno estaba actuando en defensa propia en Ucrania, tras ocho años de ataques ucranianos contra Donestk y Lugansk, ya que, como argumenta Christopher Black, se aplica el artículo 51 de la Carta de la ONU, a saber: "Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los Miembros en el ejercicio de este derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad y no afectarán en modo alguno la autoridad y responsabilidad del Consejo de Seguridad, conforme a esta Carta, para ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria a fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales."
Lo que hace totalmente engañoso el argumento de muchos comentaristas de izquierda ampliamente respetados como, por ejemplo, Ignacio Ramonet, de que la acción de Rusia en defensa propia es "apenas un atuendo jurídico, un andamiaje legal para disculpar un injustificable ataque a Ucrania." El papel de Ramonet, como lo de tantos comentaristas similares, es el de cubrir el flanco izquierdo de sus redes de apoyo socialdemócratas y liberales en la Unión Europea y en Estados Unidos, dando cobertura a unas políticas de la UE y de Estados Unidos que de otro modo serían inexcusables. Dichos comentaristas desempeñaron un papel prácticamente idéntico en 2011, excusando la agresión destructiva de los países de la OTAN contra Libia, Siria y Costa de Marfil.
También es evidente el hecho de que comentaristas como Ignacio Ramonet y otros asignan un significado completamente desproporcionado a la reciente votación de la Asamblea General de la ONU sobre la guerra en Ucrania, que fue tan simbólica que prácticamente pierde todo sentido. Países que representan la enorme mayoría de los pueblos del mundo decidieron abstenerse o simplemente no participar en la votación. Esta es la lista de abstenciones: Angola, Argelia, Armenia, Bangladesh, Bolivia, Burundi, China, Congo, Cuba, El Salvador, Guinea Ecuatorial, India, Irán, Irak, Kazajstán, Kirguistán, Laos, Madagascar, Malí, Mongolia, Mozambique, Namibia, Nicaragua, Pakistán, Senegal, Sudáfrica, Sudán del Sur, Sri Lanka, Sudán, Tayikistán, Uganda, Tanzania, Vietnam y Zimbabue. No participaron en la votación: Azerbaiyán, Burkina Faso, Eswatini, Etiopía, Guinea, Guinea-Bissau, Marruecos, Togo, Turkmenistán, Uzbekistán y Venezuela.
Por lo tanto, es completamente falso afirmar que la votación de la ONU representó de alguna manera una condena global de l Federación Rusia por parte de la mayoría del mundo. Más aún porque, posteriormente, Indonesia, Malasia, Turquía, Brasil y México han dejado claro que no están dispuestos a aplicar medidas económicas coercitivas ilegales y de otro tipo contra Rusia. Tampoco es probable que los países de América Latina y el Caribe actúen para dañar las ya frágiles economías de sus países en el contexto de los esfuerzos mundiales por recuperarse de los efectos de las medidas económicas impuestas supuestamente para controlar el Covid-19. Estas son realidades incontrovertibles que la mayoría de los progresistas y radicales occidentales parecen no estar dispuestos a reconocer.
A su vez, esto significa que lo que ellas y ellos piensan es prácticamente irrelevante para el mundo mayoritario. Escritores muy serios y comprometidos, antiimperialistas y con conciencia de clase, discuten abiertamente si ya existe algún tipo de izquierda que vale la pena tomar en cuenta en Norteamérica y Europa, por ejemplo Max Blumenthal y Cory Morningstar o el colectivo de Black Agenda Report. Estas discusiones pueden ser útiles eventualmente para el bienestar cultural, social y político de los países occidentales, pero en cualquier caso el mundo mayoritario, a pesar de las malvadas políticas de las élites gobernantes estadounidenses y europeas, seguirá trabajando con éxito para hacer realidad el derecho de sus pueblos a una vida digna, a su desarrollo humano y a la independencia soberana de sus naciones.