Carlos Midence, 29 de noviembre 2011
Las recientes elecciones, ganadas inobjetablemente por el FSLN, evidenciaron la existencia de dos modelos encontrados, dos propuestas diferentes, dos proyectos distintos en Nicaragua. Nos referimos a las diferencias entre lo que propone y practica el modelo político-social-cultural que impulsa el FSLN y el decadente sistema que los partidos de derecha han promovido en nuestras latitudes.
La derecha en nuestra historia ha significado la conformación de un sistema colonialista acompañado de estrategias de subordinación, miseria y marginación a las clases menos favorecidas. Como prueba de ello basta ver los índices de analfabetismo, desnutrición, desempleo, explotación, pobreza extrema, insalubridad que estos sistemas han perpetrado, no sólo en nuestro país, sino en Nuestramérica como lo han dejado claro autores como Agustín Cuevas, Celso Furtado, o James Petras, por ejemplo.
En cambio el Sandinismo, en lo que implica a nuestro país, ha promovido un modelo liberador, promotor, impulsor no sólo de las potencialidades de la ciudadanía, sino un modelo que siembra determinados comportamientos socioeconómicos que van tras el encuentro con el bien común, la colectividad, la justa re-distribución. De ahí los impactos en el mejoramiento de las condiciones de vida de miles de familias que, durante el neoliberalismo, habían sido abandonadas.
En el modelo sandinista los comportamientos económicos están guiados por la interacción entre las costumbres, los hábitos culturales, las formas de producción populares y la actividad económica que debe impulsar el Estado. Se ha irradiado el cristianismo, el socialismo y la solidaridad como fundamentos sustanciales de este modelo. De ahí que el enfoque está basado en el humano, entendiéndolo, no sólo en su dimensión biológica, sino en su realidad social, cultural y psicológica. Es lo que se ha llamado enfoque desde el desarrollo humano. El modelo sandinista es la alternativa al modelo arcaico, fracasado, elitista, colonialista del neoliberalismo.
Así que al cambiar el enfoque, se cambia incluso el lenguaje con el que se trabaja, la forma de abordar los problemas, los sujetos a beneficiar. Es primordial advertir que el modelo sandinista ha introducido el sistema de valores, las claves de producción del pueblo y, la erradicación de la pobreza, como objetivos y métodos esenciales en la creación del desarrollo. Además promueve una flexibilización y diversificación de las políticas financieras externas hacia adentro, convirtiéndose en un pivote básico complementario.
En este sentido haremos un rápido recuento de las características del modelo sandinista, en lo que implica al impulso de su comportamiento socioeconómico:
1) El humano, la familia, la vida ante todo: Desde un principio el modelo sandinista ha venido impulsando la unidad y la reconciliación de las familias nicaragüenses. Las políticas públicas han tenido el componente fundamental de articular al humano y a las familias alrededor de un proyecto, un programa o bien a determinados hechos socioeconómicos reales: ferias campesinas y solidarias, así como programas productivos cuyos fundamentos son el fomento del trabajo en familia.
2) Capacidades: Esto es referido a fomentar las capacidades de la ciudadanía en general. El modelo está delineado para que cada sujeto sea portador y generador de desarrollo, yendo más allá del emprendedurismo, pues articula la solidaridad como una dimensión básica en la puesta en práctica del desarrollo, estructurando así un desarrollo de/desde la colectividad, lo comunitario.
3) Clima social: Esto ha sido una de las piedras de toque del modelo sandinista, pues siempre ha puesto en un lugar especial las condiciones sociales, incluidos la paz social, la estabilidad, la enseñanza pública, así como la seguridad que incluye combatir con métodos acertados el nivel de delincuencia y la violencia en nuestro país.
4) Re-distribución: Esta también ha sido una regla de oro del modelo, pues siempre ha estado claro que de la misma, tanto a nivel familiar, comunal, regional y luego nacional dependen los logros y las dificultades económicas de la sociedad en su conjunto. Se observa en la presencia plena del Estado en comunidades alejadas como en el departamento de Jinotega, San José de Bocay, Abisinia, Cuyali, o bien en el alejado municipio de San Juan de Nicaragua, sólo para ilustrar.
5) Un sistema de de valores como la igualdad, la solidaridad, la conciliación: Esto ha permitido resolver conflictos, tomar decisiones en colectividad y de forma acertada, tanto para el Estado como para la sociedad en su conjunto en lo que implica a políticas de desarrollo comunitario en consenso. No hay contradicción ideológica, más bien existe una relación de concordia en los diversos contextos sociales y étnicos. Ejemplo de ello es la relación armónica con los pueblos del Caribe, los del pacífico que aun conservan sus sistemas de creencias y con la peculiaridad del campesinado, de los sectores urbanos y juveniles, por ejemplo.
6) El mercado: Este modelo ha venido valorando el mecanismo de mercado, tomando como punto de partida la importancia de la libertad para intercambiar. No obstante, esta debe ser una libertad que contribuya al desarrollo con equidad y que trascienda los objetivos simples del crecimiento macroeconómico. Se da entonces, la promoción no de una sociedad de mercado, sino de una con mercado, en la que éste se vuelve un espacio en el que se construyen posibilidades igualitarias y alternativas concibiendo con ello un modelo de economía social, solidaria y complementaria. Esto ha generado una estabilidad macroeconómica sin precedente en nuestro país, lo que debe evaluarse dentro de un amplio marco de objetivos sociales: las valiosas potestades del mercado en el modelo Sandinista se vuelven complemento de la creación de oportunidades sociales básicas para obtener el equilibrio y la justicia social, como dicen los teóricos contemporáneos del desarrollo.
7) Democracia: Este tópico complementa el anterior, en tanto y en cuanto la democracia para el modelo sandinista, no sólo atraviesa por los derechos sociales y políticos, pasa por los derechos económicos en los que la ciudadanía se vuelve sujeto y agente de su desarrollo. El individuo no es considerado como un ente pasivo que recibe ayuda, sino como un motor de generación y cambio de desarrollo y justicia social. Para el modelo sandinista la ciudadanía es más que destinatarios pasivos de los programas estatales, son partícipes del proceso de creación e implementación de los planes de justicia social.
8) Mujeres y juventud: El involucramiento de ambos segmentos poblacionales a la economía nacional ha sido de un éxito inigualable. Las mujeres y la juventud dentro del modelo sandinista tienen un lugar preponderante, tanto para las tareas políticas, como para las productivas. Esto ha significado un cambio estratégico invaluable en lo que implica a los agentes y sujetos productores de desarrollo en nuestro país. Se debe destacar que esto ha venido a re-configurar la división social- cultural del trabajo en nuestra sociedad.
En conclusión debemos anotar que el modelo sandinista avanza hacia la construcción de prácticas, propuestas y proyectos donde lo económico, lo social y lo estatal posibilitan la creación de espacios productivos democráticos. Seguir avanzando en esa dirección es primordial.