La COP-30 de Brasil, por fin llegó a su cierre pero envuelta en tensiones, evacuaciones, retrasos, borradores inexistentes y una sensación general de estancamiento. Tras dos semanas de negociaciones, los delegados se marcharon sin un documento final que diera forma a los compromisos climáticos de los países. El plenario nunca vio un texto maduro y la presidencia brasileña no logró ordenar el proceso que debía conducir hacia acuerdos concretos. La ausencia total de Estados Unidos definió el rumbo desde el inicio.